Obesidad

Obesidad

En el año 2000 el sobrepeso y la obesidad en población infanto-juvenil crecieron un 10% en España.

En 2005, a propuesta del Ministerio de Sanidad, nace Estrategia NAOS (1) (Nutrición-Actividad física-Obesidad) con el objetivo principal de:

  • Informar a la población sobre el problema del sobrepeso y la obesidad en las etapas iniciales de la vida, ya que es el camino hacia la obesidad en la etapa adulta.
  • Conseguir un cambio en los hábitos de la vida (alimentación y actividad física).
  • Sensibilizar y reeducar a la ciudadanía y animarla a tomar medidas preventivas.

Pero a pesar de estas iniciativas, en el año 2008 los datos acerca del incremento de peso en estas tempranas edades continuaron siendo alarmantes.

En 2011 el Estudio Aladino (2) (Estudio de vigilancia del crecimiento, alimentación, actividad física, desarrollo infantil y obesidad en España) indicaba niveles de sobrepeso y obesidad infantil que nos situaban a la cabeza del problema en Europa. Un 43% de niños y niñas de nuestro país tenían problemas con el peso. De estos el 18,4% obesidad y el 24,6% sobrepeso. Datos en sí mismo escalofriantes que, además, se observan de forma más contundente en medios socio-económicos medio-bajos.

La buena noticia es que, dos años después, en 2013, la situación parecía haberse estabilizado y no había incremento en la población infanto-juvenil en los problemas de peso. Los datos de este estudio indicaban niveles de sobrepeso prácticamente iguales en niños y niñas (24,2% y 24,9% respectivamente) y niveles de obesidad algo superiores en niños que en niñas (21,4% y 15,5% respectivamente).

En 2014 se firma en el marco de la Segunda conferencia internacional sobre nutrición organizada por la FAO y la OMS, la Declaración de Roma sobre la Nutrición, en donde se describe la necesidad de mejorar las políticas sobre el tema de la nutrición en los países miembros.

La preocupación está servida: el mundo se nos hace obeso y la obesidad es la antesala de un elevado número de problemas físicos y mentales.

El hecho de que nuestros jóvenes tengan estos problemas merece una reflexión. Los niños, en la mayor parte de los casos comen lo que se les ofrece. Es, por tanto imprescindible que las familias tomen conciencia.

En el Manual de Obesidad Mórbida (3) se afirma que:

  • Un 99% de las personas con sobrepeso tienen un problema exógeno (obesidad primaria), cuyo origen se debe a un desequilibrio entre lo que se come y lo que se gasta. Solamente hay un 1% de personas que llegan a este problema debido a causas endógenas (obesidad secundaria).

En los datos extraídos por mi misma en la Unidad de Sobrepeso y Obesidad del Hospital Monteprincipe de Madrid, la incidencia de un ambiente obesogénico es una constante entre nuestros pacientes. Es decir, el problema les viene de atrás y sea cual sea el tipo de obesidad (exógena o endógena), la realidad es que el paciente verá afectada su salud física y, en muchas ocasiones también su salud mental. En un número elevado de mis pacientes, sobre todo en mujeres, encuentro dificultades en la autoestima, las relaciones sociales, académicas y laborales, cuadros de ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación.

  • Un 70% de los niños y jóvenes con sobrepeso/obesidad mantienen este problema en la etapa adulta.
  • En jóvenes obesos es más elevada la PCR (proteina C reactiva), antesala de las patologías cardiacas en la etapa adulta.
  • Un 70% de los niños obesos tiene un factor de riesgo cardiovascular y un 39% dos o más factores de riesgo.
  • Los niños obesos tienen apneas del sueño en una proporción de 1/6 con respecto a población normo-peso. Las apneas del sueño, como es bien sabido, generan cansancio, somnolencia durante el día, problemas en la concentración, irritabilidad, y dolores de cabeza. Deduzco que los jóvenes obesos están, además de en situación de riesgo en su salud física y mental, en situación de riesgo escolar ya que estos problemas pueden derivar en situaciones de fracaso en los estudios.
  • La obesidad infanto-juvenill va asociada, también, a problemas de hígado graso no alcohólico. En numerosas ocasiones este grave problema, relacionado con la Diabetes Tipo II, es difícil de identificar debido a la levedad de la sintomatología. En el mejor de los casos los chicos notarán una ligera molestia en la parte superior derecha del abdomen que podrán comentar con sus padres, y esto les llevará a realizar la oportuna revisión. En otros casos, simplemente sentirán pesadez después de las comidas, que podrán atribuir a la cantidad de alimento ingerida; o sensación de cansancio, lo que a su vez les podrá llevar al sedentarismo.

Constatar todos estos problemas ha llevado en los últimos años a los equipos médicos a recomendar a jóvenes en situación de severa obesidad, la cirugía.

Los criterios de inclusión para que el paciente adolescente entre en un programa de cirugía bariátrica son muy estrictos porque los jóvenes están en pleno desarrollo y tras la cirugía se podrían producir cambios metabólicos que incidirían sobre el mismo.

  • IMC >50.
  • IMC entre 40-50 con comorbilidades.
  • IMC entre 40-50 cuando otros recursos convencionales no hayan dado resultado en el tiempo y esto haya sido constato mediante seguimiento médico.
  • Cuando el desarrollo según la escala TANNER sea adecuado y el joven haya alcanzado un 95% de su altura adulta.

Se abre la puerta a un dilema: ¿podemos realizar intervenciones de cirugía bariátrica en pacientes menores de edad sin haber intervenido previamente sobre el ambiente del joven? ¿Es probable que sea sostenida en el tiempo la mejoría en el peso de un chico criado en una familia que tenga una relación inadecuada con la comida?

Evidentemente, la cirugía contribuirá a la mejoría de su peso, de su movilidad y autoestima. Pero si la familia no toma conciencia del cambio, esto no servirá para nada.

En vista de que es necesario el compromiso de la familia en el cambio de los hábitos de la vida del paciente, los doctores, según consta en artículo del Manual de obesidad mórbida, recomiendan como primera medida quirúrgica Balón gástrico ya que antes de retirarlo a los 6 meses de ser puesto, permitirá a los clínicos saber si el paciente ha cumplido o no las recomendaciones recibidas.

A partir de los 18 años ya se podrán utilizar, si se considera conveniente, otras técnicas quirúrgicas reversibles como banda gástrica y bypass gástrico.

La pregunta ante la locura de que un adolescente tenga que llegar a pasar por un quirófano debido a un incremento feroz de su peso es: ¿No ha llegado el momento de pararse a reflexionar?

Desde mi punto de vista:

Merece la pena hacer una revisión de los programas educativos y que sean más proclives a la acción como base de la educación.

Merece la pena hacer una revisión sobre las horas dedicadas por nuestro niños y jóvenes a las nuevas tecnologías.

Merece la pena que nos paremos a pensar en el ocio sin comida.

Y, desde luego, merece la pena que le declaremos la guerra a la comida basura, la bollería industrial, las chucherías y las bebidas carbonatadas.

Es imprescindible la psicoeducación. Tenemos que revertir los datos acerca del sobrepeso y la obesidad infanto-juvenil en España y dejar de ocupar los primeros puestos.

Bibliografía:
(1). Libro Blanco Nutrición
(2). Estudio Aladino 2013
(3). Manual de Obesidad Mórbida. 2ªEdic. Edit. Panamericana

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