Para comprender lo que es una Fobia Escolar, primero debemos tener claro qué es una fobia en general.
Entendemos por fobia simple aquella situación en la que un sujeto siente un miedo desproporcionado hacia algo específico.
Por ejemplo, tener miedo a las arañas, a las serpientes, o a volar en avión.
Pero existen otro tipo de fobias, más complejas, que denominamos de forma genérica Fobias sociales. En este caso las personas sienten ese miedo desproporcionado cuando tienen que hablar en público, cuando tienen que ir a una reunión social, cuando se siente observados o evaluados, o cuando tienen que ir al colegio.
En ambos casos, por tanto, los sujetos sienten un MIEDO DESPROPORCIONADO, es decir, un miedo que no se justifica con nada real, pero que, sin embargo, genera en el organismo el mismo efecto que produciría tener cualquier peligro verdadero.
¿Y esto qué quiere decir?
Pues que se activan en nuestro cerebro los circuitos neurofisiológicos del miedo, y el sujeto se prepara para huir o para atacar. Como si realmente fuera a ser abordado por una alimaña con intenciones de acabar con su vida.
Cuando esto ocurre, el organismo permanece en un estado de alerta injustificado cuya consecuencia se observa en distintas manifestaciones fisiológicas como, por ejemplo, hiperventilación, dolor abdominal, taquicardia, etc.
Son las temidas Crisis de Pánico. Las personas que han sufrido una crisis de pánico sienten, vivencian, experimentan la cercanía de la muerte. Esto les lleva a realizar conductas de evitación y escape que, a la larga, refuerzan el problema. La vida se les limita enormemente. Dejan de disfrutar del presente, para centrarse en pensamientos anticipatorios dolorosos que les vaticinan situaciones muy duras.
Pues bien, cuando observamos esta sintomatología en un niño en situación escolar, decimos que tiene una FOBIA ESCOLAR.
Está justificado el miedo y la ansiedad ante el colegio en edades tempranas. El niño de párvulos se enfrenta a una situación novedosa y, por tanto, se siente activado. Llora, se niega a entrar en el colegio, o muestra mayor irritabilidad en casa.
Pero poco a poco, en un periodo razonable de tiempo, se va calmando, se va adaptando, y el conocimiento de la nueva situación le hace sentirse más seguro en ella. Deja de vivir con ansiedad la separación de sus adultos de referencia porque comprende que vuelven a por él. Asocia algún momento concreto de la jornada con la llegada de mamá o papá. En definitiva, cuando la situación le resulta manejable su nivel de activación desciende y con ello, vuelve a tener la conducta adecuada.
La FOBIA ESCOLAR es un miedo irracional y desproporcionado a ir al colegio, no está justificado y se observa tanto en etapas primarias como en etapas secundarias.
En el caso de que hubiera un detonante real estaríamos hablando de un problema distinto, como por ejemplo, bullying o ciberbullying. En estas situaciones, es evidente que existe un motivo para el miedo.
Cuando estamos ante una Fobia escolar, el niño o joven, sufre toda la semana, duerme mal, tiene pesadillas, anticipa, se preocupa, no quiere hablar de nada que tenga que ver con el contexto escolar, elude las tareas, se bloquea ante ellas, se bloquea durante los exámenes, no alcanza los resultados esperados, se frustra.
Sabemos que es fobia porque se convierte en un PATRÓN DESADAPTATIVO de respuesta.
Actualmente está considerado como uno de los problemas que más afectan en etapa infanto-juvenil, interfiriendo en las relaciones escolares, el rendimiento académico y en la estabilidad del niño o joven en el entorno familiar.
Por tanto, hay que tener en cuenta que, cuando nos enfrentamos a una situación de Fobia escolar, estamos ante un asunto complejo que se debe abordar de forma inmediata antes de que genere un enorme absentismo escolar, un sin fin de pruebas médicas e, incluso, precipitados tratamientos farmacológicos que llevan al niño o joven a pensar que es un «enfermo».
Es importantísimo que la familia no banalice sobre el tema.
Frecuentemente, padre y madre tienen enfoques diferentes sobre el problema y quieren abordarlo con severidad, laxitud, premio, castigo, etc.. Esto, a la larga, va modificando la personalidad del niño-joven que se ve abocado a distintos patrones de respuesta por parte de sus mayores que, sin pretenderlo, refuerzan su conducta autodestructiva.
En los inicios, la Fobia escolar es mal comprendida. Frecuentemente, los adultos que rodean al niño hacen una negación de la misma. Los comentarios son de distinta índole, pero evidentemente no saben lo que se les viene encima.
Posteriormente, tras situaciones de mayor activación fisiológica en la que aparecen problemas gastrointestinales, alteraciones del alimento y sueño más severas, o cualquier otro tipo de respuesta somática, el niño-joven está inmerso en una espiral de dolor de la que le cuesta trabajo salir.
En casos extremos, la Fobia escolar puede degenerar en aislamiento social con todo lo que esto conlleva en la vida de un ser humano.
Al final, los padres se culpan, se desesperan, no saben qué han hecho mal, o en dónde han fallado. Pero la realidad es que estos problemas son de origen multicausal, se han ido acumulando los motivos y no se ha acertado con las medidas.
La solución siempre pasa por el reconocimiento de la gravedad del trastorno. Cuando los padres se activan y acuden a centros especializados, los sujetos aprenden a relajarse, a tomar conciencia de su problema y a afrontarlo. Y, además, los padres reciben la orientación adecuada sobre las medidas que deben tomar.
Evidentemente, la más importante es la de «evitar que eviten». Los niños-jóvenes quieren huir del malestar, escapar del dolor, del vómito, de la jaqueca. Quedarse en casa les calma, pero refuerza el problema.
La única solución está, como en todas las fobias, en hacer exposición en vivo, acudir, afrontar, no huir. Esto es lo único que genera en el paciente un sentimiento de autoconfianza potente que contrarresta todos sus temores.
Dice Damasio que:
«para contrarestar un emoción negativa hay que tener una emoción positiva muy fuerte que la neutralice.»
No hay mayor potencia que la de reconocer que uno es Potente.