Es preciso que de vez en cuando nos paremos a pensar en los niveles de ansiedad y estrés por los que atraviesan los profesores de nuestros hijos. Estadísticas recientes muestran el incremento de esta patología entre los docentes. Y ciferentes estudios indican que dentro del mundo de la docencia existen niveles de estrés y angustia elevados que pueden degenerar en cuadros de ansiedad: trastorno de ansiedad generalizada, crisis de angustia, trastornos obsesivos, o. síndrome de burn-out. ¿Cuáles son las causas del problema?

1º.- Perfil de vulnerabilidad emocional de un docente concreto.: estar frecuentemente expuestos a críticas de padres, niños, u otros compañeros, genera en personas más vulnerables un estado de alerta sostenida que les lleva a momentos de angustia y ansiedad.

2º.- Circunstancias escolares adversas: aulas que no cumplen la ratio; burocratización del medio escolar; presión para cumplir objetivos; necesidad de tener que estar siempre rindiendo cuentas; constante cuestionamiento del criterio del profesor, factor que está socavando la autoestima de muchos profesores; constantes reuniones no remuneradas hasta altas horas; tiempos limitados para trasmitir los conocimientos, ajustándose a unos calendarios con desequilibrio entre lo que tienen que enseñar y los días que cuentan para ello.

3º.- Constantes cambios en las leyes educativas: generan sensación de «no control» en el trabajo.

4º.- Interferencias en la labor docente de voces no expertas: de educación todo el mundo opina. Este hecho en sí mismo pone en tela de juicio el valor de la profesión de educador, generando frustración en los profesionales.

5º.- Incertidumbre sobre sus funciones: los profesores no son psicólogos clínicos, no están especializados en trastornos, no tienen por qué saber tratar todos los problemas. Esto no quiere decir que no lo puedan hacer, quiere decir que no es su función. En los últimos tiempos el aumento enorme de patologías o cuadros clínicos de distinta índole (alrededor del 7% del alumnado), ha llevado a los profesores a tener que multiplicarse dentro del aula.

6º.- Otro componente que puede incidir sobre la calidad de vida emocional de nuestros docentes es la falta de relevancia social: antes el maestro era una persona respetable y respetada, ahora no. Algunos niños no discriminan, los tratan como iguales, por eso no les permiten poner límites. No marcar la diferencia lleva a nuestros niños y jóvenes a sentir que no la hay.

7º.- El prestigio social: os profesores de universidad valen mucho, los de bachillerato más o menos, los de secundaria, los de primaria….y cuando llegamos a los de infantil: ya no hay prestigio. Se debería cuidar a este profesorado como oro en paño. Darles el puesto que se merecen dentro de la sociedad en general y de la comunidad educativa en particular.

8º.- La propia competitividad entre docentes. La sensación de tener que estar siempre reciclándose. ¿Donde está la conciliación familiar de l@s profesor@s? El profesor brillante es el que capta la atención de todos sus alumnos, los motiva, los hace creativos, responsables y educados. ¡Difícil tarea! Enorme y desproporcionada con los medios que, en muchos centros tienen los docentes. Hay que decir que el nivel de exigencia que tienen los profesores es frecuentemente desproporcionado con el nivel de recursos con que cuentan.

2 comentario en “Ansiedad entre los docentes”
  1. Un resumen muy certero de la realidad docente en las aulas, que por desgracia la mayoría de las personas no ven, porque según ellas lo único que hacemos es vivir muy bien y disfrutar de las vacaciones. Soy docente y me encanta mi trabajo, pero no todo son vacaciones escolares. Hay mucho tiempo de preparación de clases y materiales motivadores, de corregir cuadernos y de cursos de formación que hacemos fuera del horario lectivo. Pero esas cosas no se ven. Me he sentido identificada con tu artículo. Muchas gracias

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